domingo, 10 de mayo de 2009

Actividades:

1. Resume en una frase el tema de este texto.

Reflexión acerca de la vida en forma de enumeración de experiencias que le ocurren a una persona a lo largo de la suya propia.

2. Explica los recursos literarios que encuentres en él.

En la segunda línea hay una comparación entre un cuerpo al sol que está caliente y pan recién hecho. Además también alude a la juventud de la persona con la expresión pan recién hecho.

En las líneas 3-4 aparece la metáfora Las manos de tu madre encendiendo el mundo, disolviendo los monstruos. Ordenando las cosas. Se refiere a la situación en la que una madre calma a un niño asustado por la noche, después de haber tenido una pesadilla.

En las líneas 6-7 aparece una enumeración.

En la línea 9 aparece la sinestesia Deliciosa tristeza, que relaciona con la tristeza un adjetivo que no le corresponde, y que le correspondería a un sabor.

En la línea 10-11 aparece una exageración en la que se compara un sentimiento de amor con el estallido de una supernova.

En la línea 24 aparece el polisíndeton: Y la fugaz y espléndida belleza.

En la línea 26 aparece la una metáfora: La cama es una balsa en mitad del naufragio. Compara la cama con una balsa en un naufragio, un lugar de salvación y de tranquilidad.

En la antepenúltima linea aparece la paradoja: universo ínfimo. Un universo no puede ser ínfimo.

En la última linea hay una antítesis entre poca cosa y enormidad.

3. Expresa tu opinión razonada sobre las ideas de Rosa Montero.

En este texto Rosa Montero expone una serie de vivencias que toda persona experimenta a lo largo de su vida. La corta longitud del relato parece dar a entender lo rápido que pasan todas esas experiencias por nuestra vida.

En el texto también aparece muchas referencias al amor que una persona siente de diferentes formas y hacia distintas personas a lo largo de su vida.

Rosa Montero termina el texto contando como es vivir al lado de la persona a la que amas los últimos momentos de su vida. En muy pocas líneas consigue transmitir la sensación de desasosiego que se siente al ver a tu pareja enferma que va a morir.

4. Escribe tú otro texto donde expongas tus ideas sobre la vida (mínimo 10 líneas).

La vida. ¿Qué es eso?

Más de veinte acepciones aparecen del término vida en el diccionario.
Sólo alguien muy osado puede atreverse a definir ese concepto. Yo diría que es la cosa más compleja y enredada que existe. Nadie sabe cómo surgió, ni cómo acabará. Todas las vidas son diferentes: unas son más largas, más cortas, más intensas, más aburridas, más llenas, más vacías...
La vida se compone de experiencias, millones y millones de sensaciones diferentes que nos enriquecen como persona y hacen que nos diferenciemos de los demás. Nosotros somos vida. Sin ella no seríamos más especiales que las piedras. Seres inertes. Sin emociones, ni pensamientos.
Todos queremos en algún momento cambiar nuestras vidas. Es normal. Somos seres caprichosos y descontentos por naturaleza. Pero todos aseguramos ser muy felices y no cambiar nuestras vida por nada del mundo. Es normal. Somos mentirosos por naturaleza.
La vida está llena de contradicciones, de secretos, de misterios, de supuestos milagros, de vulgares realidades,
de preguntas sin respuesta.
¿Qué es la vida? Yo no lo se, ni lo sabré nunca. Pero es normal, soy un ser ignorante por naturaleza.

lunes, 20 de abril de 2009

Texto de creación basado en “Muchacha leyendo una carta“ de Vermeer

La carta


Me levanté con los primeros rayos de sol del día. Serían las cinco o las seis de la mañana, aún era pronto para levantarse, pero había pasado una noche muy mala y no me apetecía seguir en la cama.

Después de vestirme fui a la cocina para ver quién estaba despierto tan temprano. Sólo estaba Anne, como imaginaba, pelando un montón enorme de patatas que supuse que serían para hacer algún guiso para comer.

- Buenos días Anne.

- Buenos días pequeña. ¿Qué haces levantada tan pronto?

- No podía dormir… ¿Qué estas haciendo?

- Pues pelar algunas patatas para la comida, hoy comeremos un guiso de patatas con cordero, ¿te apetece?

- Sí, ya sabes que a mi me da igual, me gusta todo. ¿Puedo ayudarte?

- Vale, ayúdame si quieres, pero solo un ratito, ya sabes que a tu madre no le gusta que estés en la cocina, y menos haciendo estas cosas.

- No te preocupes Anne, mamá no se enterará.

A mí madre no le gustaba que estuviera con los criados, decía que yo era una señorita elegante y no debía juntarme con gente de ese tipo, pero a mí no me parecía que fuera malo estar con ellos, eran siempre muy agradables conmigo y me trataban muy bien, incluso mejor que mi propia familia.

- Bueno hija cuéntame, ¿qué tal te va con aquel chico, el hijo de los Galle?

Anne se refería a Philipe Galle, el hijo del grabador más famoso de Rotterdam. Philipe y yo nos conocimos en la boda de Joachim Swanevelt, uno de los hijos de un amigo de papá, que al parecer también era amigo del señor Galle. Nos conocimos por casualidad durante el baile. Cuando éste comenzó, yo me fui del salón, ya que no soy buena bailarina y no quería hacer el ridículo delante de todos. Así que fui a la biblioteca que tenía una de las colecciones de libros más maravillosas que había visto nunca. Cuando llevaba un rato allí oí un ruido, y me escondí, pensando que venía el señor Swanevelt. Pero no, era Philipe. Pareció quedarse tan impresionado con la colección de la biblioteca como me había quedado yo, que estaba intentando salir de la biblioteca sin que me viera. Haciendo alarde de mi torpeza, tiré un montón de libros que había encima de una mesa y que se me cayeron en la cabeza. Philipe se giró y se quedó bastante impresionado de verme allí. Yo salí corriendo, me moría de la vergüenza.

- ¿A qué te refieres Anne? Entre ese chico y yo no hay nada, si casi ni nos conocemos.

- Vamos Lysbeth que a mi no me engañas, yo se que entre ese chico y tu hay algo especial.

Una vez más mi querida Anne no se equivocaba.

Después de vernos por primera vez, coincidimos en varias ocasiones, que nos sirvieron para irnos conociendo mejor. La segunda vez que nos vimos fuimos presentados oficialmente por la mujer del señor Galle. Estábamos en su casa celebrando el nacimiento de un sobrino de Philipe. Allí su madre nos presento.

- Philipe, está es Lysbeth, la hija del señor de Witte.

- Querida, este es mi hijo Philipe. Imagino que le habrás visto en alguna ocasión, ¿no es así?

- Sí, señora Galle, creo que nos hemos visto alguna vez.

- Bueno os dejo que tengo que atender a los demás invitados. Philipe trata bien a la señorita de Witte.

La señora Galle se fue y nos dejó allí. Creo que él estaba tan avergonzado como yo lo estaba cuando salí corriendo la primera vez que nos vimos.

- ¿Tú eres la que salió corriendo de la biblioteca el día de la boda del hijo del señor Swanevelt, no?- me dijo.

- Sí, era yo. Siento haber hecho eso pero es que pensaba que serías el señor Swanevelt.

- No, no pasa nada, yo hubiera hecho lo mismo.

No sabía que decir, así que decidí preguntarle por su nuevo sobrino.

- Así que has tenido un sobrino, ¿Cómo se llama?

- Se llama Jan.

- Es un nombre bonito

- Si, bueno, es un nombre.

- Jugarás mucho con él, ¿no?

- Bueno, la verdad es que no, no me gustan mucho los niños. Además yo ya no tengo edad para jugar con bebés.

- Ya, claro, es verdad, que tonta soy.

- ¿Tú cuántos años tienes?

- Tengo diecisiete años, ¿y tú?

- Yo tengo veinte años. Bueno me voy, creo que me llama mi padre. Adiós.

Creo que ni siquiera le llamaba su padre y que se fue porque le estaba aburriendo sobremanera. Había quedado como una boba.

Después de nuestra primera conversación no me lleve muy buena impresión de él, me pareció bastante arisco y poco simpático.

- ¡Lysbeth! ¿Es qué no piensas contestarme?

- Perdona Anne, estaba pensando en mis cosas.

- Si, claro en aquel chico querrás decir.

- Anne, por favor, no te burles de mí.

- Si no me burlo de ti cielo, solo estaba de broma. ¿Estás bien?

- Si, claro, estoy bien. Simplemente no me apetece mucho hablar de Philipe.

- Vale cariño, no pasa nada.

Después de que habláramos por primera vez tarde mucho en ver a Philipe de nuevo. Un domingo, mientras daba un paseo por el parque de la ciudad, vi a Philipe. Estaba paseando como yo. Cuando le vi, le saludé con la mano y él se paró para hablar conmigo:

- Hola Lysbeth, ¿Qué haces por aquí?

- Estaba dando un paseo. Todos los domingos suelo venir a este parque, es muy bonito, ¿verdad?

- Si, es precioso, sobre todo ahora en primavera, que está todo muy florido. ¿Te importaría que paseáramos juntos, aunque sea un rato?

- No, claro que no. Me encantaría, ir solo es muy aburrido.

Desde ese día comenzamos a conocernos mejor. Todos los domingos por la tarde dábamos un paseo por el parque. Lo pasábamos muy bien. Philipe sabía mucho acerca de las plantas y me enseñaba muchas cosas sobre ellas.

- Esta de aquí es una azucena.

- Tienen unas flores preciosas.

- Sí, es cierto. Para los griegos representaban la ternura. Y tienen algo muy curioso, sólo exhalan su agradable olor cuando van a morir.

Ese mismo día, que Philipe me estuvo hablando sobre las azucenas, le dije que el próximo domingo no podría salir a pasear con él porque era mi cumpleaños e iba a celebrarlo con mi familia.

Cuando me levanté el día de mi cumpleaños, tenía encima de mi escritorio una hoja de papel doblada. Pensé que sería alguna nota de mis padres, diciendo que no llegarían hasta la hora de comer, como solía pasar muchas veces. Al abrirla descubrí que había dentro una azucena, ya seca, pero que aún conservaba su maravilloso olor. Tenía que haber sido Philipe. Bajé hacía la cocina para preguntarle a Anne quién me había dejado el papel. Ella me dijo que un muchacho había venido por la mañana y le había dicho que me la entregara a mí. Le pregunté si conocía al chico, o que si había dicho su nombre, pero ella me dijo que no, que no dijo nada, y que se fue muy rápido.

Al domingo siguiente, le pregunte a Philipe si él había dejado en mi casa algo para mí el domingo pasado. Me dijo que no, pero yo sabía que había sido él.

Con el tiempo fui tomando mucho cariño a Philipe y yo creo que él también me fue cogiendo cariño a mí. Nos lo pasábamos muy bien juntos, él me trababa muy bien y era muy agradable conmigo.

Una tarde al llegar al parque me dijo:

- Lysbeth, me gustaría pedirte un favor.

- Claro, dime.

- ¿Te importaría que te hiciera un retrato?

- ¿Un retrato?

- Si, no soy muy bueno dibujando, sólo quiero practicar, y tú serías una buena modelo. ¿Me harías el favor?

- Claro, encantada.

Desde ese día todos los domingos bajaba su cuaderno de dibujo y me dibujaba. Cuando ya habían pasado unas semanas desde que empezara mi retrato le pregunte:

- ¿Todavía no has terminado el retrato?

- Sí, lo he terminado

- ¿Sí? ¿Me lo enseñas?

- Bueno Lys, preferiría que no lo vieras, al menos todavía.

- Vale, no pasa nada, pero un día me lo enseñas.

- Prometido.

Pasé muchos días insistiéndole y pidiéndole que me enseñara mi retrato, pero siempre me decía que no, y un día me cansé de preguntarle y ya no volví a sacarle el tema.

Cuando había pasado un año más o menos desde que nos conocimos Philipe empezó a comportarse de una manera muy extraña conmigo, era más frío y ya casi no hablaba. Al principio pensé que estaba enfadado conmigo, y le pregunté qué le pasaba, pero él me decía que no estaba enfadado, que simplemente no le apetecía hablar.

La semana siguiente no vino al parque. Yo pensé que estaría enfermo y, después de pensarlo mucho, decidí ir a su casa para visitarle, pensé que le alegraría. Al llegar a su casa, la criada me dijo que Philipe había salido. Le pregunté si sabía donde había ido pero me dijo que no. A mí todo eso me parecía muy extraño, Philipe me avisaría si no pudiera venir conmigo, pero como no podía hacer nada más me marché a mi casa.

Cuando casi había llegado a mi calle, me encontré con Philipe y su familia que paseaba con unos amigos. Saludé a Philipe y él se acercó. Le conté que había ido a su casa a preguntar si estaba. Él se enfadó mucho al saberlo y me dijo que no fuera más a su casa, yo le pregunte el porqué:

- Porque es lo mejor- me dijo

- Vale, de acuerdo no iré más a tu casa. Pero, ¿el domingo que viene vendrás a pasear conmigo?

- No, no creo que pueda Lysbeth, últimamente estoy muy ocupado y de ahora en adelante no voy a poder quedar contigo más.

- ¿Y cuándo volveremos a estar juntos?

- No lo sé. Ya te avisaré. Me tengo que ir. Adiós.

Después de hablar con Philipe estaba aún más desconcertada que antes. No entendía porqué ya no podríamos pasear juntos más, ni porqué él estaba tan frío conmigo; no entendía nada. Pensé que solo me quedaba esperar hasta que Philipe decidiera que ya podíamos volver a vernos.

- Anne, ¿Por qué me has preguntado eso antes?

- ¿El qué hija?

- ¿Por qué me has preguntado por Philipe?

- Bueno como sé hace ya tiempo que no os veis y hoy llegó una carta suya para ti, pues pensé que te apetecería hablar de él con alguien de confianza.

- ¿Una carta?

- Si, cariño. La he dejado encima de tu escritorio, ese chico la ha traído esta mañana.

Salí de la cocina y subí corriendo las escaleras. Al llegar a mi habitación allí estaba, encima de mi escritorio. Había un sobre bastante grande, sin nada escrito en él. Lo abrí y saqué la carta que había dentro. No era muy larga. Supuse que la letra era de Philipe, pero en realidad nunca había visto su letra antes.



Querida Lys,


Te escribo esta carta para explicarte por qué llevamos tanto tiempo sin vernos y por qué me comporté así las ultimas veces que nos vimos, creo que te mereces una explicación.


Si hemos dejado de vernos no ha sido por ti, ni por mí, si no por mi familia. Hace unos meses, mi madre se enteró de que tú y yo quedábamos todos los domingos en el parque. Ella me prohibió volver a verte, pero aún así yo seguí quedando contigo. La última vez que nos vimos mi madre me obligó a salir con ella y sus amigos para que no pudiera así quedar contigo, porque ella se había enterado de que la había desobedecido. Ese día, al llegar a casa mi amenazó con mandarme a vivir con mi tía Cornelia, que vive en Rotterdam. Yo no entendía por qué mi madre ponía tanto empeño en que no nos viéramos, pero no me quedaba otra remedio.


Un par de semanas más tarde mis padres me llevaron a casa de unos amigos suyos, allí me presentaron a una chica de mi edad. Al llegar a casa me preguntaron que si me gustaba, yo les dije que no, pero aun así ellos que dijeron que me iba a casar con ella de todas maneras, porque sería bueno para la familia.


Entonces lo entendí todo Lys, ellos no querían que te viera porque me iban a casar con esa muchacha, y sabían que si seguía viéndote me acabaría enamorando de ti. Pero Lys, yo ya estoy enamorado de ti. No estoy enfadado contigo, odio haberte tenido que tratar así y no quiero que te enfades conmigo por lo que he hecho. Me he portado muy mal contigo estos últimos meses, se que tenía que haberte dicho lo que pasaba antes, pero tenía miedo de que mis padres se enteraran y me mandaran fuera de la ciudad.


Hace ya dos meses que mis padres me dijeron que me tenía que casar con Judith, y desde entonces mi vida es un infierno. Yo no quiero casarme con ella pero no me queda otra opción. Ya sabes como son mis padres Lys, dicen que ya tengo edad de casarme y no me van a dejar decidir con quién me gustaría hacerlo.


Yo quiero casarme contigo Lys, te quiero a ti, llevo enamorado de ti mucho tiempo, casi desde que nos conocimos. Eres la mujer más bella que he conocido nunca, y te has convertido en la persona más importante de mi vida.


Me gustaría poder verte y explicarte todo lo que siento en persona, pero no puedo. Pensarás que soy un cobarde pero no me queda otra opción, Lys.


Me casaré dentro de dos semanas y, seguramente, tu familia esté invitada. Me gustaría mucho que vinieras Lys, me gustaría verte. Aunque no podamos estar juntos podremos seguir en contacto. Una vez que me case con Judith y tenga mi propia casa, mis padres me dejarán tranquilo, y podremos hablar por carta, e incluso estar juntos algunas veces, si tu quieres claro.

Yo no se que sientes por mi Lys, si me querrás como a un buen amigo o como algo más, pero aceptaré lo que tu quieras, seré tu amigo, y seré algo más solo si tu me dejas. Quiero que sigas a mi lado. Si me abandonas tú, ya no me queda nada por lo que seguir adelante.


No intentes contactar conmigo antes de la boda, por favor, solo complicará las cosas. Si ese día decides venir te prometo que hablaremos aunque solo sea unos minutos, y, a partir de entonces podremos continuar con nuestra amistad.

Espero verte pronto mi preciosa Lys,

Te quiere,


Philipe



Dentro del sobre había algo más, mi retrato. Era un simple dibujo hecho con carboncillo pero para mí significaba mucho, él me lo había prometido, y lo había cumplido. Yo esperaba que eso significara que cumpliría lo que me había escrito en la carta.

No sabía si sentir alegría o tristeza. Philipe me quería y no estaba enfadado conmigo, pero se iba a casar con otra. Iba a verle en unos días, pero no podría estar con él a solas; hablaríamos dentro de muy poco, pero no podríamos hacerlo durante mucho tiempo. Me amaba, como yo le amaba a él, pero iba a casarse con otra mujer.

No sentía celos, seguramente la que iba a ser su mujer ni siquiera le querría, y se casaría con él por compromiso. Quizá ella también estuviera enamorada de otro hombre, y no le importaría que Philipe y yo nos viésemos, porque ella también se vería con su amado.


Por fin le vi, por primera vez después de tantos meses. Estaba muy guapo. Cuando me vio me sonrió, parecía contento, pero yo sabía que no era por la boda si no porque yo había ido. Yo también le sonreí. Me hizo un gesto para decirme que hablaríamos mas tarde. Yo asentí y me perdí entre la multitud, deseando que llegara el momento en el que pudiera por fin estar con él.

Afortunadamente solo tuve que esperar unas pocas horas.


Cuando todo el mundo estaba bailando Philipe me miró y, a continuación, comenzó a subir las escaleras. Iba él solo. Supuse que quería que le siguiera, y así lo hice pero esperé unos minutos para no levantar sospechas.

Cuando subí lo encontré en el pasillo. Se metió en una habitación, y yo entré detrás de él. Cerró la puerta, y me dio un abrazo.

- Me alegro mucho de verte, Lys.

- Yo también me alegro, Philipe.

- Tengo muchas cosas que explicarte.

- No, no me expliques nada. Supongo que no podremos estar solos mucho tiempo, y no quiero perderlo hablando de todo eso.

- Sí, tienes razón.

Estaba muy nerviosa, pero decidí que era el momento de decírselo.

- Yo también te quiero Philipe.

Entonces me besó en los labios. Era mi primer beso y me alegré de que fuera con él.

Unos días después de la boda, Philipe me mandó una carta. Decía que iba a mudarse, había comprado una casa cerca de la mía. Desde ese día hasta hoy, nos mandamos cartas todas las semanas y algunos días al mes quedamos en el parque en el que empezamos a conocernos, y en el que hoy en día seguimos haciéndolo.


Philipe Galle es la mejor persona que he conocido nunca y el amor de mi vida, y, pase lo que pase, nunca nos separaremos.